*Extracto del artículo publicado junto a María Martínez Cortizo en Anuario de Psicoloxia e Saúde do Colexio Oficial de Psicoloxia de Galicia.
¿Qué provoca que unas personas muestran mayor alegría o más sentido del humor que otras? ¿Cuál es la clave?
Las emociones son el medio a través del cual entramos en contacto con la realidad. Tal y como las define Antonio Damasio (2005): “Las emociones proporcionan un medio natural para que el cerebro y la mente evalúen el ambiente interior y el que rodea al organismo, y para que respondan en consecuencia y de manera adaptativa”. Damasio entiende que, a partir de ellas, elaboramos mapas de lo que hay en nuestro organismo y lo que nos afecta desde el exterior, de cara a sobrevivir.
El desarrollo emocional nos da las coordenadas, a través de las cuales cartografiamos el mundo que nos rodea. Es en la interacción con el otro cuando vamos creando nuestros modelos de funcionamiento interno y haciéndonos una idea del mundo que nos rodea y los paisajes y peligros que nos esperan. Para completar nuestro mapa necesitamos de esa interacción con el otro, de las experiencias sociales que nos cuentan de cómo han sido sus viajes y lo que podemos esperar si nos aventuramos.
Esas primeras coordenadas que nos dan las emociones se irán completando, y como en un mapa en 3D, el sistema cognitivo se irá desarrollando y nos permitirá entender y darle perspectiva. Nuestras emociones, al principio primitivas y rudimentarias, a través de un proceso de maduración y aprendizaje podrán ampliar su repertorio y acomodarse a los diferentes contextos. Las relaciones vinculares primarias, los estilos educativos y valores adquiridos en las primeras etapas condicionarán la visión que tengamos de los diferentes territorios; de tal modo que nuestras emociones se expresarán de modos ajustados o desproporcionados al contexto o se reprimirán.
Siguiendo con la metáfora del mapa, las experiencias sociales, sobretodo con las primeras figuras de apego, modularán nuestro sistema emocional de tal modo que, le darán significado a las claves que descifran el territorio. Así, experiencias de apego inseguro, excesivamente críticas o de elevadas exigencias provocarán que los territorios se muestren inhóspitos y potencialmente peligrosos y no queramos o nos atrevamos a explorarlos. Los apegos desorganizados, experiencias traumáticas y/o de aislamiento social, pintarán mapas hostiles, en los que debemos ser desconfiados e ir armados. No cabe duda de que experiencias vinculares seguras, de aprendizaje consciente y respetuoso con el desarrollo y personalidad del niño pintarán un mapa diferente. Tendrá relieve; quizás montañas elevadas u oscuras grutas, bastas llanuras o profundos océanos, pero habrá mayor seguridad para emprender el viaje, confianza en el entendimiento con las personas con las que nos encontremos y mayor capacidad de adaptación a las circunstancias adversas.
Nacemos emocionalmente programados para la supervivencia y con las emociones básicas incorporadas “de serie”. Sin embargo nuestros temperamentos, ya desde el mismo momento del nacimiento, son muy diferentes y con ellos la conducta emocional mostrada o el modo de reaccionar al contexto. Muchos niños, debido a los múltiples factores que puedan provocarle malestar (sufrimiento en el parto, problemas médicos, alteraciones en las rutinas, etc) mostrarán mucha incomodidad o temperamentos demandantes ya desde el inicio. Las respuestas de interacción y contención de esas primeras manifestaciones emocionales serán fundamentales en la maduración de su regulación emocional y condicionará la formación del vínculo de apego. De éste modo, nuestra huella emocional, o Modelo Operativo Interno, como lo denominó Bowlby (1983;1985; 1993) nos guiará e influirá en nuestro autoconcepto, socialización y modo de reaccionar o tomar decisiones en nuestra vida.
Retomando la pregunta inicial, ¿Qué provoca que unas personas muestren más sentido del humor y/o mayor alegría que otras? Según diferentes estudios la clave estaría en una combinación de los genes con los que nacemos, el carácter desarrollado y las experiencias vitales. Sin embargo, y ésta es la buena noticia, la capacidad de interpretar los hechos desde una perspectiva más positiva es un recurso que puede estimularse y entrenarse proporcionando importantes beneficios para la salud mental. Ese recurso es el humor; permite ganar perspectiva, sentirse mejor con uno mismo, aumenta las sensaciones placenteras y ayuda a los procesos de pensamiento permitiendo cuestionar y romper viejos esquemas y facilitando nuevos modos de funcionamiento interno más adaptativos. Podemos redibujar el territorio, modificarlo, pulirlo y hacerlo mas llevadero.
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