Lo que estamos viviendo es un paréntesis de lo que era nuestra vida. Tarde o, espero que, temprano esto terminará y volveremos a nuestra cotidianidad o a algo parecido a lo que teníamos.
Uno de los factores psicológicos que nos protegen frente a situaciones adversas, nuevas e inciertas es la flexibilidad cognitiva.
¿Que se entiende por flexibilidad cognitiva?
Se define cómo la capacidad de nuestro cerebro para adaptar nuestra conducta y pensamiento a nuevas situaciones. Es la capacidad para comprender que aquello que hacemos no funciona o va a dejar de funcionar, y por lo tanto tenemos que desarrollar un nuevo repertorio de conductas que nos ayuden a una adaptación al ambiente exitosa.
Las personas con mayor flexibilidad cognitiva, en relación al coronavirus y sus consecuencias, van a tener la ventaja de:
- Afrontar las situaciones inciertas que van llegando y gestionar el estrés asociado.
- Regular eficazmente las emociones asociadas a la incertidumbre del futuro, como la ansiedad o la rabia.
- Reducir la preocupación sobre el impacto social del virus.
- Vislumbrar escenarios positivos y realistas que las empujarán a buscar soluciones.
La flexibilidad Cognitiva es nuestro aliado frente a las adversidades.
¿Se puede mejorar la flexibilidad cognitiva?
Sí. Se puede mejorar y se puede adquirir acostumbrando a la mente a salir de sus esquemas habituales.
Todas las personas tenemos convicciones, creencias, y formas de enfrentarnos a las circunstancias, incrustadas dentro de nosotros. Por lo que aunque cambiemos de ambiente, cambiemos de pareja, de trabajo, las situaciones a veces no cambian. Incoscientemente hacemos las mismas cosas siempre, y nos sentimos frustradas, pensamos que tenemos mala suerte o que la vida nunca nos sonríe.
El principal enemigo de la flexibilidad mental es el miedo. Al miedo hay que escucharlo, pero no hacerle caso siempre. Tenemos que aprender a hacer las cosas diferentes, porque la situación va a ser diferente. Es lógico que nos de miedo y ansiedad pero vamos a tener que enfrentarnos.
Tenemos que darnos la posibilidad de cambiar y crecer con esta situación de cambio continuo y pocas certezas.
Si después de los que estamos viviendo cómo sociedad continuamos por el mismo camino, con los mismos esquemas mentales , el riesgo de entrar en crisis es mayor. Ver sólo la parte negativa que nos ha traído la pandemia no nos ayudará y no aportará la mejora que nos merecemos en nuestra vida.
¿Y cómo puedo mejorar mi flexibilidad mental?
Para mejorar el tono muscular vamos al gimnasio y después de unas cuantas sesiones conseguiremos tener más músculo. Tenemos que aprender a hacer lo mismo con la mente. La mente puede entrenarse.
Te propongo unos ejercicios que vas a poder realizar en cualquier momento y en casa. Si practicas irás notando cómo tu mente puede ir cambiando.
EJERCICIO 1: Prestar atención al presente.
Estamos continuamente distraídas. Expuestas a un montón de interferencias durante el día y esto nos dificulta pararnos en el único tiempo que tenemos, el aquí y el ahora.
Uno de los ejercicios que ayudan a tener más flexibilidad mental es el ejercicio de ESTAR PRESENTES EN EL AQUÍ Y EN EL AHORA. Podemos empezar haciendo cosas simples, cómo fijarnos en los olores y sonidos al pasear, o al salir a nuestros balcones, terrazas y ventanas.
Otro ejercicio sencillo y cotidiano sería practicar la escucha activa. Cuando los demás hablen, acallar nuestro diálogo interior y escuchar a quién nos habla, sin interrumpir.
EJERCICIO 2: Ejercitar la Valentía.
Con Valentía me refiero a la fuerza de ir más allá de los obstáculos que nuestra mente ve. Para poder hacerlo, tenemos que salir de los esquemas conocidos.
Podemos hacer cosas muy simples en nuestro día a día. Atrevernos a cocinar algo diferente, a realizar alguna actividad que no habíamos hecho nunca.
Si ocurre algo nuevo a nuestro alrededor, observarlo cómo si fuésemos exploradores, y no actuemos de forma impulsiva recurriendo a nuestros esquemas habituales. ¿Y si no ocurre nada nuevo? Lo voy a buscar, o lo creo. Me comporto de forma inesperada con mi familia, con mis hijos, en la convivencia. Llamar a alguien que hace tiempo que no llamo, realizar alguna actividad novedosa y sencilla puede ser un buen comienzo.
EJERCICIO 3: Liberar la imaginación.
Cuando estamos delante de la misma situación, y nos parece que tenemos las mismas alternativas, probemos a ser creativas. Imagínate que puedes hacerlo diferente, y pregúntate donde quisieras estar, con quién , haciendo que. Encuentra soluciones que te hayan servido en el pasado y trata de adaptarlas a lo que está pasando en este momento. Imagínate teniendo éxito en aquello a lo que te enfrentas y disfruta de ello.
EJERCICIO 4: Vivir la espera con confianza.
La espera es un momento difícil de gestionar, está entre «el ya no y el no todavía». Muchas veces tendemos a gestionar la espera rellenándola de cosas, de comida, distrayéndonos con miles de actividades. La espera es una transición y la vida está llena de esperas. Aprendamos a confiar en los después. Se puede esperar sin más. Se puede esperar sin rellenar. Podemos probar a ponernos en una posición de confianza , sin dejarnos llevar por las creencias más arraigadas que muchas veces son negativas. Esperar haciendo cosas simples es una de las claves de la felicidad.
Hacernos estas preguntas puede ayudarnos: ¿cuándo me siento a gusto?/¿con quién me siento tranquila y apoyada?/¿Que cosas me hacen sentir serena?
EJERCICIO 5: Aceptar las emociones.
Positivas o negativas, las emociones van con nosotras , representan nuestra riqueza. No las juzguemos y aceptémoslas. No seamos inflexibles con nosotras mismas. Aprendamos a “caernos bien”, tener una intención compasiva , a ser amables y solidarias . Este mensaje para la mente puede ser nuevo, nos hará más flexibles y abrirá a nuevas posibilidades.
Cuando sintamos algo que no nos gusta en vez de cuestionarnos y enfadarnos con nosotras con preguntas tipo «¿Por qué me pongo así?/porque siento esto?» probemos a pararnos, cambiar las preguntas y reformularlas de forma empática. Los pasos serian:
1.- Siento algo que no me gusta en mí.
2.- Me detengo a sentirlo, pongo una mano en la parte del cuerpo donde siento esa emoción y respiro. Escucho a mi emoción.
3.- Me digo » Esto que ha pasado (X) me ha afectado» » Estoy sintiendo esto por algún motivo». No trates de buscar el motivo en ese momento, tal vez lo sepas , tal vez no, es lo mismo. En ese momento solo importa que te acompañes bien.
4.- Un siguiente paso sería decirte: ¿Qué me viene bien para mejorar este estado? ( pasear, llamar a una amiga, llorar un poco, escribir lo que siento,….etc.)
Se trata de aprender a cuidarte cuando te sientas mal, no a juzgarte ni a machacarte.
Como ves, trabajar la flexibilidad cognitiva se puede. Preparar nuestra mente para lo que vendrá y minimizar el impacto en nuestra salud mental es posible. Si te parece que hacerlo sola es muy difícil, que no vas a poder, te recomiendo pedir ayuda profesional .
Gracias por leerme
Un abrazo
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