Una de los aspectos que me resultaba más difícil de manejar cuando empecé mi formación y andadura cómo terapeuta familiar era el trabajo con niños dentro de la sesión de terapia.
Los modelos en los que me había formado, los involucraban en un contexto pensado para adultos, en las que los niños debían adaptarse. En ese contexto, era fácil que el terapeuta novel cayese en la “fórmula del interrogatorio infantil” creando un ambiente tenso en la sala.
Sin embargo es importante que durante alguna de las sesiones niños y padres participen juntos para realizar una evaluación más precisa de la dinámica familiar. Los patrones de interacción, los roles y las reglas familiares emergen cuando tenemos a todos los miembros de la familia delante.
Cuando empiezas a formarte en determinado modelo terapéutico, te atreves a innovar poco ya que primero toca asentar el modelo. La prudencia es fundamental en el buen hacer terapéutico y debe ser uno de los principios que rija las intervenciones que realizamos. Sin embargo la experiencia y la formación, en diferentes campos, te da la capacidad de integrar e innovar dentro de un determinado marco y enfoque terapéutico.
A medida que me fui especializando en el tratamiento en intervención infanto-juvenil, incorporé progresivamente en las sesiones de terapia familiar el juego como herramienta de cambio dentro de la familia.
Cuando le proponemos a las familias intervenciones basadas en el juego y en actividades artísticas conseguimos que los niños participen en la terapia y esta sea «una terapia familiar centrada en la infancia” .
Se trata de cambiar el enfoque del tratamiento, desde la intelectualización a la imaginación, desde el mundo concreto de los adultos, al simbolismo y la creatividad de los niños.
Debido al papel central del juego en el desarrollo saludable del niño se ofrece a los padres una oportunidad única de conectarse con sus hijos y comprender sus sentimientos, motivos, percepciones, pensamientos y comportamientos.
El juego es comunicación.
Más que realizar una terapia familiar donde se dé a los niños su espacio y hacer adaptaciones de las intervenciones para ellos, que es lo que tradicionalmente se vino realizando en Terapia Familiar, prefiero hacer una terapia basada en juego donde se involucre a la familia.
Con todo lo que hoy sabemos sobre los beneficios del juego para la conexión emocional, el desarrollo de un cerebro sano y el fortalecimiento del vínculo, ayudar a los padres a través del juego es un plus que debemos tener en cuenta para ayudarles.
Además áreas áreas de intervención pilares dentro del enfoque sistémico, cómo la comunicación, comprensión y relación emocional se trabajan continuamente cuando estamos en un contexto lúdico, dándonos la oportunidad de que surjan situaciones y modos de relación que de otro modo no sucederían.
Este tipo de intervenciones me parecen muy eficaces para muchos tipos de dificultades, pero sobre todo para:
- Dificultades con la rabia y la agresividad.
- Temperamentos desafiantes.
- Rabietas frecuentes y de difícil manejo.
- Baja tolerancia a la frustración.
- Inquietud motora y dificultades de regulación emocional.
- Dificultades de atención.
Para poder trabajar e involucrar a los padres tenemos que tener en cuenta algunos puntos importantes:
- Psicoeducación y preparación previa. Es importante que los padres comprendan los fundamentos y la eficacia de este tipo de intervenciones y su uso en las sesiones de terapia. Es fácil que les parezca un mero entretenimiento. Para solventar esto usaremos la psicoeducación sobre la importancia y efectos terapéuticos del juego. Otra de las dificultades puede ser que se sientan avergonzados o incómodos jugando. Una buena preparación previa, explicando en qué va a consistir la sesión y explorando la relación del adulto con el juego, sus resistencias y dificultades es fundamental.
- Manejar adecuadamente que durante las sesiones de juego los padres se muestren muy correctivos, directivos y/ o competitivos. Durante la preparación daremos a los padres unas breves instrucciones para jugar. El objetivo es favorecer un buen clima durante las sesiones. Sin embargo si surgen este tipo de conductas manejarlas con cuidado sin ser demasiado directivas es importante. Además es interesante observar el comportamiento de la familia sin estar interviniendo continuamente.
- Manejar adecuadamente que los niños se enfaden o no quieran participar con sus padres durante la sesión de juego. Como terapeutas es una buena ocasión para intervenir y realizar modelados, si lo vemos oportuno.
- Planificar la sesión. Tener una pequeña guía sobre los juegos que vamos a proponer. Estos dependerán de los objetivos de la intervención, de el tiempo con el contamos y las características de la familia.
- Los juegos propuestos deben ser rápidos y dinámicos, y no perder el objetivo básico de todo juego: La diversión.
- Vamos a empezar por actividades que garanticen el éxito, siendo fáciles y en la medida de lo posible poco dirigidas.
¿Y que juegos podemos usar?
La mayoría de los juegos y actividades que usamos con niños en se pueden usar y adaptar para su uso con las familias. Podemos proponer desde caja de arena, hasta títeres, juegos de mesa, juegos cooperativos, de conexión, etc. . Y por supuesto actividades artísticas. Murales, collage, dibujarse la silueta mutuamente, etc, etc, Hay que tener en cuenta, como mencioné, los objetivos y el tipo de familia. Confiemos en nuestra intuición como terapeutas. Si hemos hecho una buena evaluación y fase de preparación seguramente lograremos que la familia participe y disfrute de la sesión.
¿Qué observar durante las sesiones de juego familiar?
Las variables a observar son muchas. Las sesiones de terapia familiar son muy ricas en información por sí mismas y si hay juego de por medio mucho más. Si es posible grabamos las sesiones para poder hacer un análisis posterior de la sesión de juego familiar. Nos fijaremos, entre otras cosas que nos parezcan relevantes, en:
- Como interactúa la familia, estructura, roles familiares, etc.
- Comunicación: expresiones verbales y no verbales, así cómo el estilo.
- Cómo se desarrolla el proceso durante la actividad o actividades propuestas.
- Nivel de energía de la familia.
- Capacidad de disfrutar.
- Capacidad de conectar.
- Grado de compromiso.
- Capacidad de los adultos para estructurar, guiar, fomentar autonomía y empatizar.
Finalizar una sesión de Terapia Familiar con Juego
Es importante planificar la sesión para dejar un espacio de intercambio al final. Es interesante tratar de terminar siempre de la misma manera. Hacer un ritual de finalización ( también se pude hacer de inicio y de cierre) ayuda a generar estructura en este tipo de sesiones.
Personalmente me gusta sentarme en el suelo y en círculo con la familia y favorecer el intercambio comunicativo entre ellos, tratando de fomentar comunicación emocional. Podemos usar un objeto especial que sirva de testigo y que la familia se lo vaya pasando para obtener la palabra.
Haremos preguntas cómo por ejemplo:
¿ Que fue lo que más te gustó de la sesión?
¿ Cómo te sientes ahora? Descríbelo con una palabra.
¿ Hay alguna cosa que te gustaría cambiar/ mejorar para la próxima sesión?
¿ Qué has aprendido en la sesión de hoy?
De aquí a la próxima vez que nos veamos, ¿cuántos días os comprometéis a jugar juntos?
Y por supuesto se puede fomentar una conversación terapéutica en base a lo surgido durante la sesión y que tenga que ver con el objetivo terapéutico.
¿Trabajas con juego en consulta? ¿Usas el juego familiar cómo parte de tu trabajo de intervención?
Como familia, ¿juegas en familia? ¿ Es una experiencia positiva jugar con tus hijos, o por el contrario, te resulta estresante?
Te leo en comentarios, un abrazo y
Gracias por leerme
Maria dice
Me fascina esta reflexión- guia de la importancia y claves de la intervención familiar con niños tan integradora y respetuosa con las necesidades de lis niños y que explica muy bien cómo ayudar e involucrar a lis padres. Felicidades