Los bebés son seres activos socialmente desde que nacen y están motivados para conectar. Gracias a la conexión social, un proceso tan importante como la regulación emocional ocurre.
La regulación emocional es un proceso que nos permite modular las emociones positivas y negativas y que comienza con las primeras interacciones bebé-cuidadores.
La capacidad de regulación emocional que se adquiere en la primera infancia parece estar relacionada con la salud mental. Las buenas habilidades de regulación emocional permiten la modulación eficaz de las emociones y un buen funcionamiento psicológico.
Durante el primer año de vida la regulación emocional será un proceso esencialmente diádico, en el que la actividad reguladora que realiza la persona que cuida es fundamental.
Para que estas habilidades se desarrollen plenamente se requiere la presencia de un adulto sensible y receptivo, capaz de interpretar la señales del bebé y ofrecerle ayuda para modular sus emociones.
Con sólo dos meses los bebés son capaces de discriminar las expresiones faciales producidas por los adultos, al atribuirles un estado emocional, para regular su propia respuesta emocional.
En estas primeras etapas del desarrollo evolutivo, es el cuidador quien ofrece la estructura externa para que los procesos reguladores se desarrollen y maduren. De esta forma favorece el paso de la regulación emocional diádica a la autorregulación.
EXPERIMENTO «THE STILL FACE» ( EL ROSTRO INEXPRESIVO)
Existen investigaciones observacionales en la cuales se graba en video la interacción cara a cara de los bebés con sus madres. Gracias a ellas podemos ver cómo los bebés están dispuestos a conectar y comunicar con sus cuidadores, buscando reciprocidad.
El experimento llamado “The still face” (El rostro quieto/ inexpresivo) realizado por Dr. Tronick , psicólogo de la Universidad de Harvard, es reflejo de la importancia que tiene la interacción del bebé con la persona cuidadora.
Este experimento consiste en una observación estructurada que involucra tres breves episodios secuenciales:
1) Se le pide a la madre que interactué con su hijo cómo lo hace habitualmente, utilizando la voz, expresiones faciales, gestos.
2) A continuación se le pide a la madre que se quede con expresión facial neutra y permanezca inmóvil y en silencio.
3) Por último la madre retoma la interacción que había interrumpido al empezar a hablar e interactuar de nuevo de la forma habitual.
Cómo has visto, ante el rostro inexpresivo de la mamá , el niño intensifica sus esfuerzos comunicativos acentuando la sonrisa, las vocalizaciones y la intensidad de la mirada.
Posteriormente, al ver que la inexpresividad del rostro materno continúa, recurre a conductas de autorregulación emocional encaminadas a modificar sus propios estados de malestar, cómo por ejemplo apartar la mirada, meter la mano en la boca, moverse.
Este tipo de investigaciones ponen de relieve cómo el niño, ya a los 3-4 meses, se muestra sumamente sensible a los cambios en la expresión facial de sus cuidadores, modificando a su vez sus propios métodos de comunicación. Vemos los efectos que tiene no estar disponibles emocionalmente, aunque sea en un breve período de tiempo. El bebé presenta un aumento de los niveles de estrés y se angustia.
La madre puede reparar ese estado negativo volviendo a conectar, mostrándose disponible y sintonizando con el estado del bebé. Esto permite al bebé a regresar a un estado placentero y de conexión social. El bebé interioriza que los estados no son permanentes.
La presencia física ha de ir acompañada de calidad en las interacciones.
Sin embargo, cuando se dan fracasos repetidos en la reparación de los estados afectivos desagradables las consecuencias son negativas. Se desarrolla en el bebé un sentimiento de desprotección, se siente desvalido, con dificultades para la regulación afectiva y bloqueos para la vinculación social.
Las reacciones de estrés y angustia ante la «ausencia emocional» de la madre ponen de manifiesto la importancia que tiene el bienestar psicológico de los cuidadores ya que van a actuar como reguladores externos de los estados emocionales de sus bebés.
CONDUCTAS DE REGULACIÓN EN LOS BEBÉS
Gianino y Tronick (1988) dividen las conductas encaminadas a la autorregulación en los bebés en dos:
- Conductas de regulación auto-dirigidas. Son estrategias de regulación emocional destinadas a obtener el control del propio estado emocional actuando sobre uno mismo. Entre las principales estrategias de regulación autodirigida está apartar la mirada del estímulo estresante, de este modo se reduce la frecuencia cardíaca, disminuyendo la activación. Las conductas autoestimulantes como chupar y manipular partes del cuerpo (dedos, pelo, orejas, etc.) o de la ropa (ropa, asiento, etc.), también tienen ese efecto calmante que ayuda en la regulación emocional.
- Conductas de regulación hetero-dirigidas: están encaminadas a llamar la atención del cuidador para que intervenga y ayude en la reducción de los niveles de activación. Sería cualquier manifestación dirigida a buscar la atención: vocalizaciones, expresiones faciales, intentos de ser recogido, actividad motora asociada a estados de molestia o nerviosismo (sacudirse, encorvarse, moverse en el asiento), fijar la mirada.
Estas conductas de regulación, autodirigidas y heterodirigidas, son parte del repertorio normal del niño para lidiar con la emociones. Tanto con las negativas, como la tristeza, la ira y cómo con los afectos positivos intensos ( por ejemplo, algunos bebés se molesten ante mucha efusividad positiva del adulto) que pueden convertirse en angustia.
Así pues vemos cómo desde el inicio la relación diádica es fundamental para lograr un sano desarrollo. A partir de los 3 meses será todavía más importante, ya que comienzan a desarrollarse habilidades más sofisticadas y la preferencia hacia el cuidador principal. Esto provoca que a su vez la regulación emocional sea más compleja y que el bebé comience a atraer la atención del adulto ( regulación heterodirigida) para obtener su apoyo en la modulación emocional.
FACTORES NEGATIVOS Y POSITIVOS PARA LA REGULACIÓN EMOCIONAL
Este proceso natural se puede ver entorpecido por diferentes factores, cómo por ejemplo:
- El temperamento del bebé: un bebé con un temperamento «difícil» puede influenciar en la calidad de la interacción con el cuidador.
- La salud del bebé: la prematuridad, dificultades digestivas o de otro tipo, alteraciones del desarrollo, etc.
- El estado de salud materno: tanto si presenta algún trastorno de salud mental, cómo físico. El cansancio, estrés, entorno social, etc.
- El tipo de parto y las posibles consecuencias traumáticas.
- El ambiente familiar conflictivo hará que la disponibilidad para el bebé esté condicionada por ese ambiente de tensión y malestar.
- El patrón de apego inseguro de la persona cuidadora. Con este tipo de patrones la sensibilidad hacia los estados del bebé está comprometida, pudiendo ser muy intensa e impidiendo la regulación o pudiendo ser parcial, no dándose cuenta de las necesidades emocionales del bebé.
Del mismo modo estos mismos factores en su vertiente positiva ( buena salud, ambiente familiar positivo, parto sin complicaciones, patrón de apego seguro de la persona cuidadora, etc. ) actúan cómo protectores de la salud mental y favorecen el desarrollo de la regulación emocional.
Un factor que favorece la regulación afectiva es lo que Peter Fonagy llama FUNCIÓN REFLEXIVA:la capacidad de percibir y comprenderse a sí mismo, tanto como a los demás, en términos de estados mentales, es decir: sentimientos, pensamientos, creencias, deseos.
Una madre con un funcionamiento reflexivo adecuado podrá imaginar cómo se siente uno siendo niño y al mismo identificar y reconocer como se siente ella. Buscará comprender y contener al bebé con respuestas sensibles y coherentes.
Al menos hasta la entrada en preescolar la regulación mutua entre el bebé que se va haciendo niño y el cuidador será la más importante. A partir del segundo año de vida habrá estrategias de regulación más maduras, basadas en la aparición del lenguaje y en el desarrollo cognitiva. Posteriormente , el juego simbólico, la narración de eventos el uso de objetos transaccionales que el niño usa para calmarse, son estrategias de regulación más complejas.
Teniendo en cuenta toda esta información aplicarla en la práctica clínica se hace fundamental para comprender cómo es o cómo ha sido la co-regulación emocional de ese menor que llega a nuestra consulta. La entrevista con la familia puede tratar de recoger, entro otros, aspectos relacionados con la llegada del bebé, los sentimientos asociados a esta experiencia y recogida de ejemplos sobre cómo los cuidadores calmaban al bebé.
Durante las sesiones de evaluación, tanto individuales, cómo filiales, a través del juego estructurado o libre, también recoger y observar aspectos ligados a la regulación emocional es muy interesante para plantearnos el posterior plan de tratamiento.
Espero que este post te haya sido útil, o al menos gustado. Si es así te agradezco que me lo pongas en comentarios y compartas tu opinión.
Gracias por leerme
*En este artículo uso la palabra cuidador/madre/persona cuidadora sin afán de excluir a nadie de la función de cuidado y atención a los y las bebés. Aquí puedes saber más sobre el uso del lenguaje en esta web.
BIBLIOGRAFÍA:
The Handbook of Therapeutic Care for Children: Evidence-Informed Approaches to Working with Traumatized Children and Adolescents in Foster, Kinship and Adoptive Care (English Edition) Edición en Inglés | de and Ed Tronick. Foreword by Stephen W. Porges Edited by Janise Mitchell, Joe Tucci, Joe Tucci, et ál.
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