“Es sólo un juego”, “Siempre está jugando, no le interesa nada”, “Claro, quiere venir a terapia porque aquí está siempre jugando” “Si no acaba las tareas que no juegue” “La vida no es un juego”
¿Cuántas veces has escuchado o dicho alguna de estas frases?
Estas frases encierran el desconocimiento que existe sobre los beneficios del juego. Actualmente y gracias a los avances actuales en el campo de la Neurociencia disponemos de argumentos que van más allá de la observación que teníamos sobre los beneficios del juego.
El juego es la actividad más utilizada por los niños para poder manejar el estrés en su día a día. Existe la creencia de que los niños tienen una vida sencilla y fácil. Nos olvidamos del esfuerzo diario que hacen para ajustarse a nuestras necesidades sociales, normas y a su propio crecimiento. Por lo tanto el juego tiene una función importantísima en el manejo del estrés, ya que es un regulador emocional innato.
Existe la creencia de que el juego es algo extra que puede hacerse después de haber realizado algo productivo y sin embargo tiene que ser protagonista en la vida.
El juego es una de las herramientas terapéuticas más utilizadas en las intervenciones infanto-juveniles. Las terapias basadas en conversaciones, o donde el juego sea un instrumento que se usa pero con el que no se conecta no siempre funcionan. Jugar es un acto innato y profundo, requiere conexión y participación. Jugar tiene poder terapéutico.
La conducta de juego se ha estudiado mucho en el mundo animal y se ha observado en muchas especies animales. Tradicionalmente se creía que el juego servía de precursor de conductas adultas. Solemos pensar que los gatos, por ejemplo, juegan a pelearse porque están practicando la caza, sin embargo aquellos gatos que no han jugado saben cazar. Pero hay una cosa que no saben: socializar adecuadamente. Por lo tanto el juego es un precursor social fundamental. Los animales que no juegan no saben distinguir bien entre amistad y enemistad y leen mal señales sociales importantísimas para la integración en sus grupos.
Desde sus inicios, a principios de siglo, los juegos y juguetes en terapia se utilizaron para poder acceder al mundo interior de los niños y las niñas. Hoy en día gracias a la neurociencia sabemos que cuando jugamos estamos usando preferentemente el hemisferio derecho que se ocupa , entre otras cosas, de nuestra memoria autobiográfica y mundo interno. Cuando precursoras cómo Anna Freud y Melanie Klein usaban los juguetes para acceder al “inconsciente” infantil estaban estimulando los circuitos de este hemisferio sin saberlo. Posteriormente, los terapeutas infantiles usaban el juego y técnicas artísticas siguiendo las necesidades de los niños y niñas que trataban y observando los resultados, comenzaron a difundir su trabajo.
Hoy en día, gracias a la contribución de las Neurociencias al campo de la Psicoterapia se comprende mejor la importancia de la relación terapéutica. Las Neurociencias nos proporcionan un mapa de la plasticidad del cerebro y de cómo los circuitos neurales pueden ser transformados por nuestras emociones, creencias y relaciones. Esto facilita la aplicación de técnicas terapéuticas y herramientas basadas en juego para estimular y enriquecer áreas cerebrales relacionadas con el bienestar.
Algunas de las teorías que contribuyen a la explicación de la eficacia de las terapias basadas en Juego son:
1.- Los 7 sistemas motivacionales de Panksepp.
Jaak Pansksepp describe el juego cómo uno de los 7 sistemas motivacionales inherentes al ser humano. Estos son: Búsqueda y curiosidad, juego , miedo, ira, deseo sexual, miedo a la pérdida y cuidado del otro.
El Juego tiene su propio circuito neuronal y cuando los niños se siente seguros y conectados con otros el circuito del juego se activa de forma natural. Cuando este circuito se activa, contribuye a la maduración de los circuitos que nos ayudan en la regulación de los impulsos emocionales. Por lo tanto : el juego favorece la regulación emocional.
En una de sus investigaciones sobre el sistema del juego en ratas, observó que cuando una de las ratas era más grande y tenía mayor ventaja para ganar, se dejaba perder un 30% de las veces para asegurarse de que su contrincante seguiría jugando. Esto responde a la pregunta ¿ Es bueno dejarles ganar? Si es mas pequeño que tú, de vez en cuando, es bueno dejarle ganar.
2.- La neurobiología interpersonal
El Dr. Daniel Siegel y el Dr. Allan N. Schore son representantes de esta corriente teórica que tan bien se integra con la Psicoterapia.
La neurobiología interpersonal nos plantea el cerebro cómo un órgano que se desarrolla a través de la interacción con los demás. Las experiencias que vivimos moldean directamente los circuitos responsables de la memoria, la emoción y la autoconciencia. El sistema nervioso que viene programado genéticamente se moldeará con las experiencias, sobre todo con aquellas relacionales. El desarrollo neurobiológico sano se daría con la práctica de experiencias positivas relacionales y conscientes.
“El juego es una forma crucial en la que los niños pueden abrir sus mentes, fortalecer sus cerebros y crear conexiones espontáneas con los demás sin juzgar ni temer»
Daniel Siegel
Los estudios de Alan Schore sobre el apego y la regulación subrayan la importancia que tiene el juego diádico ( cucú-tras, poner caritas, hacer reír, cantar, tocar, masajear..etc…) en los primeros meses de vida. Este tipo de Juego ayuda en los estado de regulación emocional del bebé y en la capacidad darse cuenta de los estados emocionales de los demás ( habilidad fundamental para socializar y empatizar).
El juego, de hecho, es una expresión fundamental del apego. El apego no es solo el restablecimiento de la seguridad después de una experiencia o un estado negativo estresante.
El apego es también la amplificación interactiva de afectos positivos, como en los estados de juego.
Allan N. Schore
En sus estudios ha observado cómo el hemisferio derecho de los bebés se activa ante las canciones y tono de voz melódico de la madre. Hablar a los bebés con tono jovial y alegre activa sus hemisferios derechos. La calidad y calidez de lo que oímos durante los primeros meses influye en la capacidad creciente de interpretar los tonos de la voz de los demás. Este es un elemento esencial de todas las relaciones sociales. Cuando hablamos con respeto, amor y alegría a los niños y niñas estamos activando su hemisferio derecho. Estas comunicaciones de afecto producen la conexión del hemisferio derecho con hemisferio derecho fomentando la conducta de apego y regulación afectiva en estados de excitación.
Las propuestas terapéuticas cómo Theraplay®, por ejemplo, se basan, entre otras, en esta premisa e incluyen en sus intervenciones juegos repetitivos, que incluyen cantar, susurrar, tocar y son cara a cara.
Muchos de los niños y niñas que vemos en terapia no han tenido la experiencia de este tipo de interacción con juego, ofrecerla, bien a través de sus cuidadores o del propio terapeuta es una intervención eficaz que ayuda en la regulación emocional.
3.- Teoría Polivagal de S. Porges
De forma muy resumida la teoría polivagal (Porges, 2011) afirma que el sistema nervioso tiene una naturaleza bidireccional. Este lleva información del mundo exterior a través de nuestros nervios sensoriales a nuestro cerebro y a la inversa. Existirán tres sistemas neuronales, que evalúan y combinan continuamente la respuesta a una experiencia o entorno sensorial.
- La más primitiva de estas respuestas es la “inmovilización” o fingir la muerte para sobrevivir.
- En segundo lugar, la respuesta de “lucha o huida” nos permite movilizarnos y enfrentarnos o huir de una amenaza percibida.
- Finalmente, el sistema de conexión social, la comunicación y la homeostasis se logran una vez que se ha calmado el sistema nervioso simpático (SNS)
La seguridad es el tratamiento
S. Porges
En el contexto de terapia de juego, se activa el sistema de conexión social. Estar presentes con atención, centrados en la relación favorece una neuropercepción de seguridad. En este estado podemos pasar a niveles de alta y baja excitación desde la seguridad, ya que el juego activa la seguridad. De esta manera las respuestas de lucha, huida, congelación en un estado de seguridad que proporciona el juego favorecería el aprendizaje para manejar estados de alta y baja excitación. Es decir, el juego construiría, a través de la regulación, la resiliencia.
4.- El Modelo Neurosecuencial de Bruce Perry.
Desde el Modelo Neurosecuencial la terapia basada en Juego es la recomendada para trabajar con la infancia. Perry afirma que las intervenciones terapéuticas basadas en el lenguaje y en la cognición tienden a fracasar, sobre todo en niños y niñas con historias traumáticas. Estos necesitan intervenciones específicas que regulen áreas del cerebro que fueron afectadas por las experiencias traumáticas.
El modelo Neurosecuencial propone que un desarrollo cerebral sano se facilita a través de experiencias positivas que permiten madurar al cerebro de abajo-arriba. Es decir desde las áreas bajas ( tronco-encéfalo hasta la maduración del neocortex) Bruce Perry propone que en las intervenciones en el campo infanto- juvenil con trauma debe reunir seis elementos centrales : relevante, repetitivo, relacional, ritmo, gratificante y respetuoso.
A través del juego podemos intervenir para activar las redes neuronales que sean relevantes para la mejoría del niño. Por ejemplo si, a causa de un trauma , hay dificultades en las funciones homeostáticas básicas, la activación ha de ser dirigida a las áreas bajas del cerebro. Hasta que estas no alcancen su punto óptimo, las áreas superiores no podrán funcionar bien.
En consecuencia, el tratamiento de las funciones reguladoras debe preceder a las funciones cognitivas. Así a través del juego sensorial y de movimiento podríamos mejorar la sintomatología.
Muchos niños eligen la caja de arena, o materiales cómo el barro y plastelina, cómo forma de regularse. Los observamos inmersos en estas tareas en la sala de juego y la función del terapeuta es acompañar desde la presencia, estar regulado y reforzar con cuidado la tarea.
El elemento de repetición es muy importante para que se desarrolle la capacidad de regulación. Los terapeutas del juego de todas las orientaciones teóricas promueven la estructura y la previsibilidad para los niños. Se tiene cuidado de que la sala esté ordenada, de empezar y terminar la sesión de determinada manera.
Los siguientes elementos, el relacional, el ritmo ( que se consigue a través de la sintonización), la experiencia gratificante y el respeto son la guía de la relación terapéutica en la sala de juegos. Poner al niño y sus necesidades al centro es la clave.
El juego involucra el sistema sensorial, cognitivo, motor, social y emocional, estamos trabajando redes relacionadas con el bienestar y la resiliencia.
El juego adopta muchas formas, pero el corazón de todo juego es el placer. Si no es divertido, no es juego.
Bruce Perry
Gracias por leerme.
BIBLIOGRAFIA:
Ser padres conscientes: un mejor conocimiento de nosotros mismos contribuye a un desarrollo integral de nuestros hijos (Psicologia (la Llave)) de Daniel J. Siegel , Mary Hartzell, et ál.
Teoría de la regulación del afecto: Un modelo clínico. de Daniel Hill, Allan N. Schore, et ál.
Stewart, Anne & Field, Thomas & Echterling, Lennis. (2016). Neuroscience and the magic of play therapy. International Journal of Play Therapy. 25. 4-13. 10.1037/pla0000016.
Lindaman, S. & Mäkelä, J. (2018). The Polyvagal Foundation of Theraplay Treatment: Combining Social Engagement, Play and Nurture to Create Safety, Regulation and Resilience.
El Chico A Quien Criaron Como Perro: y otras historias del cuaderno de un psiquiatra infantil (ENTRELINEAS) de Bruce Perry.
Perry, B.D., Hogan, L., Marlin, S. Curiosity, pleasure and play: a neurodevelopmental perspective HAAEYC Advocate August 2000
Porges, S. W. (2015b) Play as a neural exercise: Insights from the Polyvagal Theory. The Power of Play for Mind Brain Health, 3-7.
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