Hoy voy a contarte 10 pequeñas historias de niños y niñas que te ayudarán a comprender mejor los enfados y el porqué no sirve la misma fórmula para todos. Quédate hasta el final, todas sus historias merecen atención. Aunque sus enfados se parezcan en su expresión sus motivos son muy diferentes.
Estos niños y niñas tenían algo en común: estaban «permanentemente enfadados, de malhumor y a veces su ira es incontrolable«.
Estas historias están inspiradas en consultas reales, que durante estos años he podido ir viendo en mi trabajo. Los nombres son ficticios y dentro de una historia podrían estar pinceladas de otras historias similares.
Sus padres sentían que lo habían intentado todo o casi todo: castigar, no hacer caso, tener paciencia, hablar con ellos, intentar razonar, hacer un curso on-line, etc, etc. Sin embargo, ninguno de ellos se había parado a reflexionar profundamente en cuales eran los motivos subyacentes a los enfados de sus hijos y por lo tanto, no tenían la posibilidad de ayudar. Algunos tenían buenas herramientas para el manejo inmediato del enfado pero les faltaba la comprensión del problema.
El enfado y la ira mal expresada engañan. Debajo de ella se esconden situaciones dolorosas que no podemos o queremos ver.
El enfado es una emoción y como tal, aparece por algún motivo. Nos da una información, tiene un propósito. El enfado nos ayuda a protegernos cuando nos sentimos atacados. Por lo tanto, la ira no es mala, la ira es supervivencia.
El primer paso para ayudar a un niño a manejar los enfados fuertes sería conocer y poder abordar las causas subyacentes. Como profesionales de infancia y cómo padres aprender a curiosear cuales son los motivos de los enfados, sobre todo cuando son fuertes y frecuentes, es parte fundamental del proceso de ayuda a los niños.
Os dejo con las pequeñas historias:
1.- DIANA Y LAS EXPECTATIVAS
Diana tiene 9 años y se pasa el día de malhumor. Tiene momentos de mucha frustración y lloros. Esto le ocurre, sobre todo, cuando tiene que hacer las tareas del colegio. Sus padres dicen que no le gusta trabajar, que es muy lista pero vaga. Su madre la ayuda todos los días con las tareas del cole y su padre la ayuda los fines de semana porque, como es tan perezosa, siempre trae tarea del colegio y está retrasada con respecto a sus compañeros. Sus padres se vuelcan pero ella siempre acaba enfadándose, y la cosa termina mal. Su mayor preocupación son los enfados permanentes y la falta de motivación.
La visión de los padres es: «hacemos todo lo posible para ayudar a Diana a mejorar y motivarla, sin embargo Diana está siempre enfadada»
Si pudiésemos traducir la conducta de Diana: «me resulta difícil hacer las tareas del cole y mis padres y profesores me presionan y no me entienden. Me llaman vaga y siempre estamos trabajando. Nunca juegan conmigo, siento mucha rabia y frustración»
Diana tiene una dificultad de aprendizaje sin detectar. Diana no es vaga. A Diana le cuesta leer y escribir. Diana es lista, claro que sí. Porque ser inteligente no es incompatible con una dificultad de aprendizaje. Diana tiene la etiqueta de «vaga» desde primero de primaria. Diana siente mucha frustración cada vez que tiene que enfrentarse a las tareas sin ningún tipo de apoyo especial. Y cuando se cansa y sopla, su madre o su padre le dicen «ya estamos otra vez, venga, acaba, esto no hay quién lo aguante, mira que eres lenta y vaga». Diana siente que la están atacando y responde. A veces responde fuertemente, otras veces con una irritabilidad constante y a la defensiva. Llora, grita, rompe los folios y dice a sus padres «te odio».
A menudo, con problemas de aprendizaje no diagnosticados, la capacidad de un niño no concuerda con las expectativas que los demás tienen de él. Cuando se desconoce la razón por la que el niño no rinde cómo esperamos podemos meternos en un ciclo crónico de estrés, ira y frustración.
2.- PABLO Y EL TEMPERAMENTO
Pablo tiene 6 años y desde que nació demandó mucha atención. Fue un niño precoz al hablar, con rabietas muy fuertes a partir de los 2 años. Sus padres lo definen como un niño muy tozudo y que siempre consigue lo que quiere. Con el grupo de iguales suele ser el líder y siempre quiere mandar. Es un niño muy espabilado para su edad. Los padres le llaman la atención continuamente y lo reprenden por sus conductas.
La visión de los padres es:«no entendemos a Pablo, siempre quiere ser protagonista, salirse con la suya, se enfada por nada, siempre ha sido así. Tenemos que corregirlo todo el rato, sobre todo cuando estamos con más gente.»
Si pudiésemos traducir la conducta de Pablo: «estoy harto, nunca les parece bien nada de lo que hago o digo. Soy un niño con ideas e iniciativa y parece que a mis padres eso no les gusta. Me gusta hacer lo que quiero, no puedo explicarlo. Me gusta hacer las cosas a mi manera y no entiendo que mis padres se enfaden o les disguste tanto que sea así.«
El carácter y el temperamento es también una de las causas por las que un niño puede enfadarse. Sabemos que la mitad de la personalidad de un niño está programada desde el nacimiento y algunos niños son menos flexibles y adaptables que sus compañeros. Muchos niños sensibles, enérgicos, intensos y muy emocionales tienen por delante un reto mayor para manejar sus emociones, ya que las sienten con más frecuencia e intensidad que otros ante los retos de la vida cotidiana. Pablo necesita que lo acepten como es, que se enorgullezcan de su iniciativa y liderazgo, y que dejen de verlo como un problema.
3.- TOMÁS Y EL CAOS
Tomás tiene 4 años y sus padres cuentan que desde que se despierta por la mañana llora y protesta. Por la tarde duerme la siesta y se suele ir tarde para cama. Por la mañana le cuesta madrugar. Las comidas son algo caóticas. Cada día su rutina cambia debido a los turnos de trabajo de sus padres. Hay días que come en el colegio, otros en casa, y otros días con la abuela o con su madrina. Los padres se quejan de que las comidas también son desesperantes, o come mucho o no come y llora porque tiene una rabieta.
La visión de los padres: «Nuestra vida es muy complicada y con Tomás todavía es más difícil, nada le sirve, nunca está contento, siempre enfadado»
Si traducimos la conducta de Tomás: «No sé que me pasa, siempre estoy cansado y a veces siento mucha hambre. Me gustaría descansar mejor pero no soy capaz y a veces exploto sin saber por que»
El estado físico tiene mucha relación con la salud mental. Cuando los niños tienen hambre, sueño, están cansados o se encuentran mal son más irritables y se frustran con mayor facilidad.
El sistema nervioso de Tomás estaba sobrepasado por la falta de estructura clara y rutinas en su familia. No descansaba cómo debía y los continuos cambios en las horas de la comida, provocaban una falta total de regulación del hambre y del sueño y, consecuentemente, enfados e ira incontrolable.
4.- MARIELA Y LA ANSIEDAD DISFRAZADA DE TIMIDEZ
Mariela tiene 7 años. Sus padres dicen de ella que es una niña «buenísima»fuera de casa. La describen como muy tímida e inhibida, cuentan qué le cuesta hablar con otros adultos aunque sean familiares. No así con niños que conoce, aunque le cuesta ir a los cumpleaños y las situaciones nuevas las evita. En casa, en cambio, grita y es respondona. Siempre tiene que ser lo que ella quiera y a la mínima se enfada. Cualquier pequeño inconveniente o cambio de planes puede ser un problema.
La visión de los padres: «No entendemos, fuera de casa es un ángel, la profesora nos dice » no puedo quejarme de nada, es superobediente y responsable» Cuando queda con su abuela esta dice » no da ningún trabajo, es maravillosa» sin embargo en casa todos los días hay problemas. Muchas veces no quiere ni salir de casa y ya por eso empieza a llorar»
Traduciendo la conducta de Mariela: «Estoy todo el día aguantando, conteniéndome, me da muchísima vergüenza hablarle a la gente mayor y a las personas que no conozco, y acumulo tanta tensión dentro de mí que a veces noto que voy a explotar. Nunca digo lo que pienso, ni propongo cosas nuevas. Siempre me recuerdo igual. Mi corazón va a mil y a veces tiemblo. Cuando llego a casa me desahogo, noto que allí me relajo pero claro, después mis padres se enfadan conmigo y eso me pone triste.»
Mariela tiene mutismo selectivo, un trastorno de ansiedad infantil. La mayoría de los padres no se dan cuenta de que los síntomas de ansiedad en los niños se parecen mucho a los problemas con la ira. Un cerebro en un estado de ansiedad continuo se siente invadido y ha entrado en «lucha o huida», lo que significa que un niño que siente una sensación de ansiedad se enfadará mas rápidamente y con más frecuencia.
5.- MARINA Y EL CEREBRO EN DESARROLLO
Marina tiene 12 años y lleva unos meses, en palabras de sus padres, «insoportable». Describen a Marina como una niña «normal», de buen carácter, que se adapta fácilmente a las situaciones. Pero desde hace unos meses está mas irritable y cualquier cosa la afecta. Esto ya lo habían observado mas veces, tiene períodos en los que, sin venir a cuento, se enfada mas de lo que ellos pueden aceptar.
La visión de los padres: «Nos coge muy de sorpresa, pasamos un período tranquilo y después períodos donde no se le puede decir nada, se molesta por todo y no hay quien la reconduzca»
Traduciendo la conducta de Marina: «Cuando algo me molesta o no me gusta, pierdo el control, es cómo si no pudiese hacer nada para volver a la calma. Más tarde me doy cuenta de que podía haber reaccionado diferente pero es cómo si no me funcionase el botón de parar. Yo quiero parar pero no puedo»
Sí pudiésemos ver el cerebro de Marina por dentro, observaríamos que está en un pico de crecimiento. Todos hablamos de los estirones, y de que a veces «los huesos duelen por crecer». Ciertas edades y etapas de desarrollo vienen con un crecimiento del cerebro muy acentuado. En esos momentos el cerebro tiene una capacidad reducida para usar el autocontrol.
6.- PEDRO Y EL PODER
Cada vez que Pedro, de 6 años, grita o se enfada se sale con la suya, por eso lo hace, cuenta su madre por teléfono. Pero es tan fuerte su enfado que no saben cómo ayudarlo a parar. Pedro tiene una vida muy ordenada. Sus padres necesitan mucha organización para poder llegar a todo. En su vida está todo perfectamente programado Sus padres consiguen muchos objetivos gracias al orden y las normas , por eso cuando tuvieron un hijo decidieron que el éxito de su nuevo proyecto, la paternidad, sería tenerlo todo muy organizado y medido.
La visión de los padres: «Pedro se enfada por tonterías, por ejemplo, porque quiere ponerse el sólo el cinturón del coche, o sentarse en la comida en el sitio de su padre. O, de repente, quiere ir por otro camino a la escuela»
Traduciendo la conducta de Pedro: « Desde la mañana temprano hay un montón de cosas que debo hacer de determinada manera. Desde la ropa que debo ponerme, hasta el orden de las cosas que hago por la mañana. Me paso todo el día en el cole y después voy a actividades llego tarde a casa y no puedo ni jugar, a veces quiero mandar yo»
Muchas veces los enfados de los niños son la expresión emocional de necesidad de control. Se pasan el día recibiendo ordenes, haciendo lo que le pedimos, con un programa estipulado por los padres, un programa adaptado a nuestros locos horarios y estilos de vida. Son niños muy ocupados y que con la ira expresan impotencia y necesidad de controlar algo.
7.- TERESA Y LA NECESIDAD DE CONEXIÓN
Teresa tiene 4 años y todos los días se enfada por lo mismo: vestirse, lavarse los dientes, irse al cole, etc, etc. Teresa tiene un hermanito y su madre ha tenido depresión post-parto, por lo que su abuela es la que se suele encargar de su hermanito. Su padre trabaja fuera y vuelve cada 2 meses a casa.
Visión de su madre: «Al principio, cuando su hermanito nació , fue muy difícil pero ahora las cosas ya están mejor, yo me encuentro un poquito mejor gracias a la medicación y ya soy capaz de encargarme de más cosas de casa. No entiendo porque ahora está incluso más enfadad que antes».
Traducción la conducta de Teresa: « No me quieren, mi madre siempre está cansada y no me hace caso en nada, ni siquiera me mira. Bueno, si me enfado si me mira y me atiende , pero si hago las cosas bien me ignora y está mucho tiempo en cama y en el sofá. Prefiero ser vista y portarme mal a ser buena e ignorada»
La necesidad biológica de un niño de tener una relación cercana, cálida y conectada con un cuidador es muy fuerte. Proporciona una sensación de seguridad que le permite explorar y aprender para lograr un desarrollo saludable. Si no se satisface la necesidad de conexión de un niño, la ira puede servir para comunicar esa necesidad insatisfecha a los adultos.
Cualquier ser humano, cuando no se sienta visto ni escuchado, usará el comportamiento y la comunicación para aumentar sus intentos de ser visto y escuchado.
8.- MIREIA Y EL EJEMPLO
Mireia tiene 14 años y un genio insoportable. Está continuamente castigada y en casa siempre hay líos. Ya no saben qué hacer, ha llegado un momento en el que cualquier desavenencia se convierte en un problema.
Visión de los padres: «No podemos con ella. Es muy maleducada, nos grita y responde mal todo el tiempo, no nos tiene respeto ninguno. De pequeña obedecía, que remedio le quedaba, pero ahora se nos quiere revelar y nosotros no lo podemos permitir»
Traducción de la conducta de Mireia: «He aprendido qué con los enfados y gritos consigo ser poderosa. Mis padres siempre me han gritado y yo les tenía miedo. El enfado en mi casa se expresa de manera exagerada, todo es un problema. La verdad , no sé pedir las cosas bien, no me han enseñado»
Si los adultos que cuidan al niño tienen una expresión del enfado fuera de control y un mal manejo de la ira es fácil que el niño aprenda por modelado que el enfado se expresa así.
9.- ERIC Y LOS DESAFIOS DEL DESARROLLO DESDE NACIMIENTO
Eric tiene casi 3 años. Los padres cuentan que empieza ahora el colegio y están muy preocupados porque los cambios le cuestan mucho y tuvieron que dejar la guardería debido a las rabietas que tenía cuando lo dejaban en ella. La madre se ocupa de su cuidado y también pasa mucho tiempo con el padre. Emite algunas palabras pero todavía no dice frases. El pediatra le ha dicho que tiene que madurar. No muestra interés por otros niños y lo que más le gustan son los números. Cuando se enfada, no para. Sus enfados duran mucho tiempo y es muy difícil calmarlo.
Visión de los padres: « Eric tiene que tener todo controlado, es un pillo. Parece que no hace caso pero se entera de todo. Eso sí, lo peor son las rabietas. Cuando se enfada no hay técnica que lo calme. Hemos intentado de todo, cursos para padres, paciencia, validar sus emociones, pero parece que nada funciona».
Traducción de la conducta de Eric: «Nadie me entiende. Para mi es muy importante saber que va a ocurrir, cómo van a suceder las cosas me da tranquilidad. Me relajo en los ambientes tranquilos, sin mucho ruido. Cuando me dan muchas ordenes, o hay mucho ruido mi cabeza explota, todo es demasiado intenso para mi, comienzo a sentirme mal y necesito escapar o defenderme».
Eric será diagnosticado de autismo y tiene dificultades en el procesamiento sensorial. Muchos niños llegan al mundo con condiciones inherentes a su propio desarrollo que afectan drásticamente la forma en que pueden procesar y manejar las emociones, entre ellas el enfado. Casi siempre estas condiciones son observables desde edades muy tempranas y permanecen bastante constantes durante la niñez.
10.- GABRIEL Y EL TRAUMA TEMPRANO
Gabriel tiene 9 años y es encantador hasta que se enfada. Se enfada muchísimo, de manera desproporcionada. Todo le parece mal y comienza a lanzar y romper cosas. Pega a los demás niños y se mete en líos. Gabriel fue adoptado con 1 año y medio en un país extranjero.
Visión de los padres: «No entendemos a nuestro hijo. Estamos bien, super a gusto y de repente, sin motivo aparente se empieza a portar fatal, a desafiarnos y entonces se arma un lío. No sabemos que hacer«.
Traducción de la conducta de Gabriel: «Siempre noté que era diferente, y ahora lo sé. Mis rasgos me recuerdan que no soy de aquí y eso me cabrea muchas veces. Además, a veces siento mucha soledad y ganas de gritar y tampoco sé porque»
Gabriel es un niño con trauma. Un trauma preverbal de abandono. Aunque sus padres adoptivos le hayan puesto todo el amor y cariño y hayan conseguido un vínculo sano con él, Gabriel tiene que enfrentarse a sus propios desafíos emocionales.
Las emociones intensas juegan un papel en el dolor y la pérdida en la infancia porque cuando el centro de emociones de un niño se hiperactivó debido a condiciones adversas, será menos capaz de acceder a su «cerebro pensante» y ser reconducido. La regulación emocional es más difícil.
Como ves, todos estos niños se enfadan y pueden mostrar su ira sin control. Pero los motivos de cada uno son únicos.
Si bien la ira es una emoción sana y natural, muchos niños la experimentan de una manera que causa un estrés enorme en la familia. Explorar las variables que pueden estar debajo de la superficie del enfado es el primer paso para ayudar y esto puedes hacerlo de la mano de un profesional de la salud mental, un psicólogo especialista en intervenir con infancia.
Espero que te haya aportado y si es así, por favor, comparte y comenta más abajo.
Un abrazo
Marian dice
BRAVO!Me resultó muy interesante e ilustrativo ,sencillo de entender por cómo está estructurado!Breve descripción del caso,visión de los padres,visión del niño,respuesta del profesional. Gracias por estas perlas de sabiduría 😉
elenapire dice
Gracias por tu comentario Marián, feliz de que te haya gustado.
Un abrazo
Laurence dice
Muchas gracias Elena, es muy interesante y muy claro!
elenapire dice
Gracias!
Maria dice
Me encanta cómo lo enfocaste!!!! Cuanta razón en que poder entender y traducir el enfado de l@s niñ@s nos puede facilitar y ayudar a Co- regular nuestras emociones; sobre todo el enfado, qué tanto nos cuesta a los padres respetar en nuestr@s hij@s. Muchísimas gracias
Leoy dice
El artículo más interesante que he leído al respecto. Y poner voz a lo que sienten los niñ@s…la mejor forma de luchar contra el adultocentrismo que nos ciega. Muchas gracias, siento que va a marcar un antes y un después en la relación con mi hijo.
elenapire dice
Gracias Leonor, me alegro muchísimo de que te haya ayudado y aprecio de corazón tu comentario. Un abrazo
Leonor dice
El artículo más interesante que he leído al respecto. Y poner voz a lo que sienten los niñ@s…la mejor forma de luchar contra el adultocentrismo que nos ciega. Muchas gracias, siento que va a marcar un antes y un después en la relación con mi hijo.