¿Cómo cuidar las despedidas en los procesos terapéuticos?
Este último mes me he encontrado con dos situaciones, muy diferentes, que me empujan a escribir sobre el tema de los finales prematuros y despedidas en terapia infantil.
Con finales prematuros en terapia infantil me refiero a aquellos que suceden sin que se den las variables para dar un alta terapéutica.
No utilizo la palabra psicoterapia a propósito, porque creo que sea cual sea la terapia ( psicológica, logopédica, educativa, ocupacional..etc) que se esté realizando con un niño/niña o adolescente los finales merecen ser cuidados.
Paso a describiros brevemente ambas situaciones:
- SITUACIÓN 1: Hace unos días una compañera psicóloga me pedía ideas para preparar el final de la terapia con los niños, niñas y adolescentes con los que hace psicoterapia y a los que debe derivar por un tema personal.
- SITUACIÓN 2: Una persona cercana me contó que la terapeuta ocupacional de su hija de 5 años, se cambió de trabajo y le transmitió la noticia repentinamente. No se despidió de la niña, ni preparó de ninguna manera el final. La niña preguntó durante varios días cuando volvería a terapia y porque no podía ver a su terapeuta. Acudía todas las semanas a consulta para “jugar con su terapeuta” (vivencia de la niña).
Cuando trabajamos con NNA (niños, niñas y adolescentes) establecemos una relación. Al principio de los procesos terapéuticos dedicamos buena parte del tiempo a establecer una buena relación terapéutica. Uno de los objetivos es “ganarnos al niño”.
Los finales de los procesos terapéuticos merecen la misma atención y cuidado. Cómo profesionales de infancia, hacer un “buen final” es parte de nuestra labor.
Con un “buen final” me refiero a un proceso en el que se avisa, se da tiempo y se honra al NNA y a su familia su implicación en la terapia.
Un final brusco, sin una despedida adecuada puede ser internalizada por la familia como un rechazo y en los niños como “culpa” porque, tal vez “algo no he hecho bien”.
Tenemos que ser muy conscientes de esto, sobre todo con aquellos casos en los que los NNA han experimentado finales traumáticos en sus relaciones.
Por lo tanto, los finales en terapia y en psicoterapia siempre han de ser cuidados, ya que forman parte del proceso terapéutico, aunque no sean altas. Las altas terapéuticas son los finales esperados y normalmente tenemos las herramientas para realizar este tipo de cierres.
Las situaciones que os planteo al principio son dos ejemplos de cómo pueden llegar los finales en las relaciones terapéuticas. Ambos son ejemplos de finales prematuros pero manejados de formas totalmente opuestas.
Los finales que no son altas terapéuticas pueden darse debido a:
- Un deseo o decisión de la familia (a veces son los NNA quienes lo piden)
- Una decisión del/ de la terapeuta.
- Una decisión de fuerza mayor ajena a las partes.
Un deseo o decisión de la familia.
Cuando la familia decide de manera unilateral dejar la terapia puede generarnos un sinfín de emociones que transitaremos según nuestra propia historia y trabajo personal. Es importante que nos hagamos cargo de esto para poder seguir y preparar el final del mejor modo posible.
Los motivos pueden ser múltiples: la familia no ve avances, les cuesta asumir la terapia ( logística o económicamente) eventos vitales ( mudanzas, enfermedad, divorcios,etc..).
También puede ocurrir que vean avances, que refieran remisión de los síntomas y que no vean sentido a continuar. Aún así, nosotros podemos no apreciar las mejorías en el NNA y / o pensamos que todavía queda mucho trabajo que hacer. Sin embargo, debemos respetar y acompañar a los padres en su decisión y no mostrar oposición frontal pues nuestro papel no es convencerlos, si no acompañarlos.
Los terapeutas sabemos que puede haber un cambio de conducta sin un bienestar emocional. Es responsabilidad del terapeuta dejar claro, al inicio del proceso, que la terapia no se trata solo de los síntomas del niño, sino también del funcionamiento emocional general.
¿ Que hacer si los padres no ven la necesidad de seguir aunque se lo expliques?
Podemos pedirle 2/3 sesiones para poder hacer un cierre adecuado. Hacer hincapié en la importancia de trabajar el cierre. Transmitirles que un final brusco les niega a los NNA la oportunidad de pensar sobre el final de una relación y no sería un modelo útil.
A veces los padres no ceden ante esto y tenemos que buscar otras maneras de llegar al NNA. Puede ser que tengamos una sesión de despedida o puede ser que no. Si tenemos la oportunidad de verlo una última vez, trataremos el tema del final con honestidad y cuidado. Contarle al NNA que ha llegado el final, cuando estás totalmente en contra puede ser bastante doloroso. Si son los padres los que lo han decidido creo que lo mejor es que sean ellos quienes lo comuniquen. Ahora bien, ayudarlos a cómo transmitir la noticia me parece que entra dentro de la función del terapeuta. Lo más importante en estos casos es asegurarnos de que el NNA entienda que el final de la terapia no es su culpa.
Si no tenemos la oportunidad de despedirnos en persona, intentemos que los padres les hagan llegar una carta de despedida terapéutica sin entrar en ningún momento en opinar o juzgar la decisión de sus padres.
¿Y si es el niño, niña o adolescente que pide no volver?
Cuando un NNA pide dejar la terapia, debemos respetar su decisión y trabajar con él sobre ella. Normalmente los niños/as no suelen pedir esto pero sí los adolescentes. Explorar bien con los padres a que creen se debe la decisión es el primer paso. ¿Se quejan los padres en casa de que no ven avances?, ¿se quejan de que gastan mucho dinero?, ¿se quejan del esfuerzo que les supone?
Reflexionar sobre las sesiones y el contenido de las mismas: ¿ Están dejando de ser significativas las sesiones para el NNA?, ¿se aburre?, ¿me faltan herramientas terapéuticas?, ¿el niño se siente mejor y tiene ganas de irse?, ¿hay algún cambio que lo explique?, ¿hemos tocado algún tema de forma prematura?, ¿es una defensa?
Y siempre hablar de forma respetuosa y honesta sobre la decisión durante la sesión. Aceptarla si es irrevocable y hacer un plan para las sesiones finales.
Una decisión del/ de la terapeuta
Como en los dos ejemplos anteriores, podemos cambiar de trabajo y tener que irnos, mudarnos, quedarnos embarazadas o, desgraciadamente, enfermar.
Si el final se da por una necesidad del terapeuta, se debe transmitir con la mayor antelación posible. Esta antelación nos va a permitir hacer un cierre teniendo en cuenta las necesidades de cada NNA y familia.
Cómo comente antes muchos de los niños y niñas con los que trabajamos han sufrido pérdidas difíciles y/o tienen dificultades con los cambios y transiciones. Hacer que este final no sea vivido cómo “algo repetido” es clave.
Es tarea nuestra garantizar una buena derivación. Poner cuidado a quien y cómo derivamos, pactándolo con la familia. Si ya sabemos con que profesional va a trabajar la familia podríamos presentar al NNA esta nueva persona. Así hacemos que la transición sea más suave y estamos cuidando el proceso.
Si no podemos saber con quien van a trabajar, tratamos de transmitir seguridad a la familia diciéndoles que vamos a estar disponibles para hablar con el futuro profesional. Podemos ofrecer un informe para que se lo puedan facilitar en caso de que quieran ellos buscar al profesional o no sea posible el seguimiento.
Puede ocurrir que el final sea brusco y se escape a nuestro control. Si es así tengamos cuidado y reparemos si es necesario, aunque sea en el futuro. Llamemos por teléfono, escribamos una nota o una carta y legitimemos los sentimientos y emociones de las familias con las que trabajamos.
Una opinión muy personal es que si trabajas con infancia, aparte de los problemas de salud, la responsabilidad de quedarte un tiempo prolongado ( unos dos años) deberías adquirirla. Se trata de compromiso profesional.
Por otra parte, si nos vamos a ir y no lo decimos con suficiente antelación, podemos caer en la trampa de “apurar el proceso” o de minimizar ciertos aspectos para poder lidiar con la culpa que nos provoca marcharnos. Creo que ese sentimiento es el que muchas veces explica que los terapeutas cierren los procesos sin el cuidado que merecen. Sin embargo si conectamos adecuadamente con el sentimiento de culpa que nos produce dejar a nuestros pacientes, podremos reparar y hacer bien las cosas.
«El sentimiento de culpa nos da la oportunidad para reparar”
¿ Y qué decimos cuando el final depende de nosotros?
A la hora de comunicarnos cada terapeuta tendrá diferentes limites personales que dependen de cuestiones particulares de cada persona. Siempre recomiendo decir la verdad, adaptándola al nivel del NNA. Tenemos que tener cuidado si cambiamos de lugar de trabajo, pues los niños y niñas pueden no entender esto y sentir “no soy suficiente”. En estos casos una frase tipo “El tiempo para mi en este sitio se ha terminado, esta etapa ha llegado a su fin” (tratar de hablar y contar todo lo bueno que ha sido para ti pero que ahora te marcharás)
Una decisión de fuerza mayor ajena a las partes.
En ocasiones, si trabajamos en contextos públicos, participamos en un programa subvencionado o en instituciones dependientes de fondos públicos, las relaciones terapéuticas se pueden terminar de manera inesperada. Tal vez sabíamos que podía pasar pero seguimos adelante.
Si sabemos que esa posibilidad existe aunque no es segura debemos ir preparando a la familia y seguir trabajando igualmente con el NNA.
También puede ocurrir que tengamos un número limitado de sesiones y no exista la posibilidad de ampliación. Si es así las familias han de saberlo desde el principio. Y tal vez, debamos replantearnos objetivos para que sean posibles , realistas y alcanzables en ese número de sesiones limitadas. Dentro del proceso tener siempre en cuenta las sesiones de despedida.
¿Y si trabajamos en el ámbito privado y la familia se queda sin fondos?
Es importante tener una política de actuación para estos casos. Saber qué hacer si una familia tiene necesidades económicas y no puede asumir todo el coste terapéutico. Muchos centros privados tienen políticas flexibles sobre precios para este tipo de situaciones familiares o saben a dónde derivar las familias para pedir becas o subvenciones que cubran parte de la terapia.
Es de esperar que terminar la terapia de forma prematura despierte tanto en nosotros como en los NNA y sus familias una mezcla de sentimientos cómo puede ser la pena, el enfado, la ansiedad, decepción o incluso alivio. Todas son esperables, de hecho lo preocupante sería que “no pasara nada” y un “todo esta bien”.
Si durante el tiempo trabajado hemos involucrado a la familia adecuadamente en el proceso, estas tendrán mayores recursos para sostener a sus NNA en este momento.
Nuestro trabajo es facilitar la despedida a toda la familia. Podemos realizar tareas de despedida, cómo juegos, cartas y rituales para decir adiós.
Un final manejado con sensibilidad, planificando todo lo posible va a proporcionar al niño una experiencia positiva, ya que esa relación segura que se estableció con el terapeuta, sigue siendo segura aunque ya se termine.
Los finales inesperados forman parte de la vida y por tanto de las terapias. Los terapeutas, padres, profesores y demás profesionales de infancia somos importantes a la hora de modelar y acompañar durante estos procesos.
Si tienes alguna experiencia, idea o consejo y te apetece compartirlo déjalo en comentarios y enriquece este post.
Cangelosi, D. (1997). Saying Goodbye in Child Psychotherapy. Northvale
Holding and Letting Go: Some Thoughts about the Process of Ending Therapy. Journal of Child Psychotherapy, 25 (3), 357–378.
Midgley, N., & Navridi, E. (2006). An Exploratory Study of Premature Termination in Child Analysis. Journal of Infant, Child and Adolescent Psychotherapy, 5 (4), 437–458.
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