Estamos viviendo un momento muy delicado y difícil. Creo que en las consultas, además de otras dificultades, vamos a ver mucho trastorno de ansiedad. Tanto en población infanto-juvenil, cómo adulta. Hoy voy a dedicar estas líneas a la ansiedad en pacientes adultos, sin olvidarme de los niños ( a los que quiero dedicar otro post) ni de cómo la ansiedad de sus familias les afecta y también contagia.
En una sesión online con una paciente, esta me contó que el día anterior había llamado a urgencias por que le costaba respirar, y aunque no tenía fiebre se asustó pensando que podía tener Coronavirus. Lo que tenía era ansiedad. Estaba en un estado de ansiedad sostenida durante días y le costaba respirar. Notaba que no tenía aire y esta preocupación aumentaba su ansiedad y consecuentemente la falta de aire y malestar de estómago. Le habían dado previamente ataques de pánico y, sin embargo, pensó antes en el Coronavirus que en la ansiedad.
Además del miedo a enfermar, la crisis económica que se avecina, la difícil conciliación familiar, toda la incertidumbre sobre la pandemia y el posible repunte de la enfermedad nos puede generar pensamientos del tipo “yo con esto no voy a poder”.
Puede resultar paradójico pero la ansiedad es nuestro estado de alerta y por lo tanto la que nos ayuda a protegernos. Es la respuesta psicológica a un peligro. En la situación actual nos ayuda a estar concentrados y preparados para minimizar la posibilidad de contagiarnos. El problema es que esta respuesta puede ser excesiva y entonces tenemos un problema, ya que no podremos manejar la respuesta. Otro problema es que también se puede desencadenar ante situaciones hipotéticas que nos imaginamos y que, en realidad no están pasando.
“Una cosa es lo que pienso y otra es la realidad”.
La persona con ansiedad, o mejor dicho el cerebro de la persona con ansiedad, interpreta esos pensamientos negativos como ciertos, y se activa un mecanismo para generar respuestas rápidas dirigidas a protegernos. El miedo nos atrapa y empuja al organismo hacia el ataque, la huída o el congelamiento. Cuando tenemos ansiedad es difícil pensar claramente, ya que en nuestro organismo comienzan a ocurrir una serie de cambios útiles de cara a protegernos:
- Aumenta la vigilancia mental.
- Aumenta la frecuencia cardíaca y la presión arterial.
- Aumenta la sudoración.
- La sangre se desvía hacia la musculatura para poder correr más.
- La digestión se ralentiza.
- Disminuye la producción de saliva y la boca se seca.
- Respiramos más rápido, la nariz y vías respiratorias se dilatan para que la afluencia de aire hacia los pulmones sea más rápida.
Estos cambios nos ayudan ante un peligro puntual. Por ejemplo, ver cómo un camión se nos avecina en el medio del paso de peatones sin ralentizar nos activa y ayuda a correr más . Si este estado de alerta se prolonga, produce cambios fisiológicos y síntomas físicos debido a la cantidad de cortisol ( la hormona del estrés) que se va acumulando en el cuerpo:
- Temblores
- Inquietud
- Tensión muscular
- Sudoración abundante
- Escalofríos y sensación de calor
- Respiración corta
- Sensación de hormigueo
- Sensación de irrealidad
- Palpitaciones
- Manos frías y sudadas
- Náuseas y malestar abdominal
- Sensación de nudo en el estómago y de ahogo
- Hiperventilación
- Miedo a perder el control
- Miedo a morir
Si al menos 4 de estos síntomas ocurren de forma intensa, ( tomando cómo referencia el DSM-V) es decir una sensación de miedo que dura unos pocos minutos y que puede aparecer a partir de un estado ansioso o de un estado de calma, se trataría de un ATAQUE DE PÁNICO.
Hay personas que tienen ansiedad de forma prolongada y generalizada y no han padecido un ataque de pánico. A partir del ataque de pánico es común que exista preocupación persistente por el miedo a otros ataques. A menudo las personas que lo padecen lo describen cómo “miedo al miedo” y desarrollan conductas de evitación de los contextos donde se ha producido el ataque de pánico o donde les preocupa que ocurra, produciéndose el CICLO DE LA ANSIEDAD
¿CUAL ES LA CAUSA?
Hay pacientes que tienen claro él porque de sus respuestas de ansiedad, pero hay otros que no lo entienden y le dan muchas vueltas, generando frustración y mayor ansiedad. No son capaces de hilar una explicación que les ayude a comprender. En psicoterapia comprender es una parte importante del proceso de recuperación. Las personas necesitamos narrativas, contarnos una historia. A veces, una psicoeducación básica sobre la ansiedad, herramientas de manejo y comprensión de la historia son suficientes para que las respuestas excesivas de ansiedad se resuelvan.
Diferentes investigaciones sobre la ansiedad sugieren que pacientes con ataques de pánico percibían a sus padres cómo amenazantes, muy exigentes, perfeccionistas y/o críticos durante la infancia, lo que produce una sensación de pérdida de protección en la que su sistema se quedaría atrapado. Y estímulos aparentemente inocuos, podrían desencadenar fácilmente la respuesta de miedo del niño que fueron.
Otras investigaciones hacen referencia a una vulnerabilidad neurofisiológica que predispondría a las personas a tener mayor ansiedad ante nuevas situaciones, que se manifiestan desde la infancia y perduran en la edad adulta.
Las teorías cognitivas explican los ataques de pánico cómo fruto de las creencias irracionales, unidas a un modo de pensamiento rígido, que lleva a las personas a pensamientos negativos y a comportamientos poco adaptativos. Viven situaciones complicadas con “catastrofismo” y pensamientos del tipo “Esto no debería pasarme, no voy a ser capaz de solucionarlo”. Estos pensamientos provocan un malestar excesivo ante una situación que, aunque pueda ser problemática, tiene solución.
Cada una de las explicaciones puede ser válida, y habrá tantas cómo pacientes con ansiedad y ataques de pánico. Las tres explicaciones podrían darse a la vez. Un niño nace con predisposición a tener más respuestas ansiosas ante eventos nuevos, teme a su padre, su madre es rígida y perfeccionista y no comprende los estados emocionales de su hijo. El niño crece sintiéndose desprotegido y con una visión del mundo catastrofista. Y este tipo de paciente podría no ser consciente de porque padece ansiedad. Llegará a la consulta y nos dirá que su padre era “cómo los de antes, le tenía respeto” , que su madre le exigía y que gracias a ella y a su persistencia consiguió ser quien era. Que siempre fue algo tímido y que le costaba lo nuevo pero que eran cosas de niños y que ahora no entiende porque le dan los ataques de pánico, cuando todo en su vida estaba ya estable, etc, etc…En las intervenciones tenemos que ir con cuidado para que sean los propios pacientes quienes cuestionen y lleguen ellos a hilar su propia historia y así poder comprender. Esta comprensión producirá un primer cambio en el paciente que no entiende sus ataques de pánico. Que se entienda mejor, sea más compasivo y en consecuencia aprenda autocuidado y regulación emocional.
¿ CÓMO LO MANEJO?
Este técnica, que publique en Instagram te puede ayudar.
¿CÓMO AYUDO A ALGUIEN QUE ESTÁ TENIENDO UN ATAQUE DE PÁNICO?
¿Ahora bien, qué ocurre en esta «situación de Corona virus»donde todos estamos expuestos a un estímulo que nos produce miedo? Pues que tener mayor ansiedad y nerviosismo es normal. Que aceptar que es así nos ayudará a regular ese miedo y que no se convierta en una respuesta excesiva que nos impida protegernos y volver gradualmente a nuestra vida.
También os animo a pedir ayuda si estais pasándolo mal. Muchas veces ante el malestar nos aislamos y hablar con alguien es ya un acto de reconocimiento y autocuidado que te puede ayudar a estar mejor.
Por último os dejo el enlace a un documental del National Geografic sobre la ciencia del estrés y que me encanta. Pincha AQUÍ para verlo.
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Gracias por leerme.
Sonia dice
Comparto ☺️
Iria dice
Gracias! Da gusto leerte!!