Hoy quiero hablar de un tema sobre el que reflexiono a menudo y me topo con él con más frecuencia de la que me gustaría: la culpa materna.
Me encuentro con la culpa tanto en mi trabajo, en el que veo a muchas madres, cómo en mi entorno personal, en las madres que conozco, como en mí misma.
La MATERNOCULPA, término con el que voy a llamar a este tipo de culpa, es la que se da cuando eres madre y se nutre de la comparación y de los preceptos y «deberías» que se nos atribuye por ser mujeres y madres.
No voy a incluir a los papás porque, honestamente, veo a muy pocos papás en consulta y hoy vengo a hablar de la culpa de las madres. Los padres podrán coincidir en algunas “culpas” y tendrán las suyas propias pero no las conozco tan bien.
Al ser madres nos enfrentamos a una variedad de emociones que antes no habíamos experimentado. Sentimos mucho amor, un amor único y diferente, pero también lidiamos con la sensación de “esto no es cómo me lo habían contado o cómo yo lo había soñado”. Ha de darse un ajuste psicológico entre lo esperado, lo que se supone debería ser, y la realidad . Y en ese espacio, entre el debería y lo que es, habita la culpa.
Sentirse culpable trae consecuencias a la salud emocional de las madres y de sus hijos. Puede ser que la culpa, nos lleve a la pena y la pena no educa bien. Puede ser que nos haga ceder en aspectos que después nos genera una culpa mayor y así entramos en un bucle.
Cómo terapeuta familiar e infanto -juvenil, reflexionar y tener presente estas cuestiones me ayuda en mi trabajo, ya que tener una perspectiva centrada en el bienestar del niño y sus necesidades, implica empoderar a las madres en su labor. Con culpa no hay empoderamiento.
Como terapeuta parte de mi labor es empoderar a las madres y con culpa no es posible el empoderamiento.
Quiero señalar que voy a nombrar situaciones comunes y de forma general que a las madres les genera culpa. Sé que cada mamá es única, y cada una tendrá sus propias mochilas con sus culpas particulares que tendríamos que ayudar a sanar ( pienso, p.e.,en las madres emigradas que dejan a sus hijos para cuidar a los de otras o en las madres víctimas de violencia de género).
– TRABAJAR FUERA DE CASA Y NO TRABAJAR FUERA DE CASA
Esta es una de las grandes contradicciones. Las madres nos sentimos culpables al trabajar fuera de casa y delegar el cuidado de nuestros hijos en terceros. Pero cuando no trabajamos también hay malestar y culpa. Muchas mujeres que renuncian a su carrera o profesión, también se sienten a disgusto y se justifican cuando se le pregunta ¿A qué te dedicas?
Por otra parte, las que trabajan fuera de casa, también se sienten culpables. Si trabajan muchas horas, culpa, si trabajan y les alivia irse de casa para trabajar (debido a que ese espacio se convierte en un respiro): culpa.
Nuestra vida y decisiones importan y es necesario que las respetemos y pidamos respeto. Si estoy a gusto teniendo una vida laboral, y me siento plena ejerciéndola, no me convierto en mala madre. Me convierto en una madre trabajadora. Lo cual tiene su mérito. Y si he decidido quedarme trabajando en casa y en el cuidado de hijos y familia, no soy sólo la madre de…, mujer de… que necesita justificarse porque no va a trabajar. En esto las mujeres debemos ser solidarias y acoger todo tipo de realidades entre nosotras. Nos quitaría mucha culpa.
– TENER TIEMPO LIBRE
La maternoculpa de tener tiempo para una misma y cuidarse es algo muy muy extendido. Por este motivo, algo tan obvio cómo ocuparse de una misma y cuidarse , es uno de los temas básicos por los que los terapeutas debemos empezar a trabajar. Algo que tenemos que tener incorporado de serie pero que no lo tenemos. ¿Y donde se ha quedado? En la transmisión de valores de «no hacer nada está mal», de que «tener tiempo para ti es egoísta», de que «la madre debe ser abnegada y entregada», etc, etc,
Nuestra vida y bienestar importa mucho, nuestro autocuidado es primordial y el mensaje de “es que yo disfruto con mis hijos” es verdad pero que tal si le ponemos un Y “yo disfruto con mis hijos y también sóla y también con mis amigas y también con mi pareja”
A medida que nuestro hijos crecen , es bueno que nos vean atender nuestras propias necesidades.
– LAS RABIETAS y EL “MAL» COMPORTAMIENTO
Todos los niños nos han puesto a las madres en esta situación. Esto nos suele generar una especie de vergüenza y culpa porque rompe la imagen de “niños perfectos”. Cuando tu hijo se convierte en el que se porta mal en el colegio, o en el que llora en la calle, en el que no saluda, nos sentimos responsables de sus emociones y comportamiento todo el tiempo. En el supermercado nos miran, en la puerta del colegio la profesora nos avisa a diario. Es decir, el mundo nos hace responsables y nosotras sentimos culpa.
Cuando estas situaciones se repiten hacer una reflexión de cómo ayudar a que la situación cambie es importante y la culpa no nos va a dejar hacerla. La culpa pone solo la responsabilidad en nosotras e impide ver ciertas dinámicas de la relación y otros temas relacionados con el contexto que puedan influir.
Recuerda que este tipo de situaciones nos pasa a todas y forma parte de la maternidad, igual que los buenos momentos.
– QUE TU HIJO COMA MAL ( MUCHO O POCO)
Otro temazo. La nutrición está muy relacionada con la función materna y en nuestra sociedad hay que comer. Y hay que comer X veces al día y X cantidad. Dejamos poco espacio para que los niños se auto-regulen con su hambre y se crean una exigencias y dinámicas entorno a la comida que pueden llegar a ser muy dañinas y perpetuar el problema. Se presiona mucho a las madres con el peso y talla de los hijos. Se las mira y se les da consejos que no han pedido. Si come poco, no crecerá. Si come mucho, será obeso. Y es culpa nuestra. La culpa en todo caso no nos dejará actuar para hacer las cosas diferentes y ocuparnos si hay un problema.
-TU HIJA PASA MUCHO TIEMPO CON LA TECNOLOGÍA.
La tecnología y el entretenimiento con las pantallas forma parte de nuestra cultura y sociedad de hoy. A todas nos gustaría que nuestros hijos hiciesen, a diario, actividades de investigación por el bosque, y cabañas secretas. Pero esto ya no ocurre. La mayoría ni vivimos cerca de los bosques, ni, de ser el caso, les dejaríamos explorar el bosque en solitario y tampoco la ciudad. Los hábitos, la sociedad ha cambiado, y el modo de divertirse también. Cuando llegó el rokandroll y el cine a la vida de los jóvenes de aquella época sus padres no lo concebían. No sé que va a pasar con la sociedad, si nos vamos a convertir en lo que Spielberg auguró en la película Ready Player One o vendrán nuevas pandemias y viviremos más encerrados que nunca. Lo que sí sé es que el modo de pasar el tiempo está siendo diferente. Si nos sentimos mal con esto, tratemos de cambiarlo. Busquemos espacios alternativos, regulemos el tiempo de pantallas, propios y de los niños. Claro que si hay otras culpas por ahí, este tema complejo de gestionar.
– GRITAR
Quiero que sepas que incluso los padres más relajados, gritan a sus hijos. El problema no es el conflicto, el problema es no arreglar los conflictos. Los desencuentros en casa forman parte de la vida y en una dinámica familiar sana coexisten junto con los momentos felices y relajados. Si tu hijo va a cruzar la calle sin mirar, es apropiado gritarle. EL grito es una expresión que existe en todas las razas y culturas, es antropológico y advierte de un peligro, puede tener una función de protección, de aviso. El problema es cuando se grita por todo, el grito ya no cumpliría ningún tipo de función y causa mucho malestar familiar. Sí es así, trata de entender porque te pasa y pide ayuda.
– NO PUEDO DARLE TODO LO QUE QUIERE
Entre todas las actividades extraescolares (pre pandemia) y todas las cosas materiales que los niños y niñas parecen necesitar, criar se ha vuelto algo caro. Antes de tener hijos, una de las cosas que me frenaba era el tema económico. No acababa de verme suficientemente estable. Hasta que hablando con una amiga, que por aquel momento tenía ya dos hijas, me dijo “ los bebés no necesitan tantas cosas como nosotros creemos que necesitan, las cosas creemos necesitarlas nosotras” Y tenía razón.
Hoy en día muchos sueldos y situaciones laborales son precarios. Nuestro país es un país en crisis permanente. El contexto social influye en nuestras vidas y enfadarnos por ello esta bien, siempre y cuando esa rabia nos impulse a hacer cambios y buscar soluciones. De otro modo lo único que conseguiremos es frustración y llevarnos para casa la culpa de no tener suficiente y transmitir a nuestras hijas esa frustración.
Tal vez no puedas ir con tus hijos todos los años de vacaciones o no puedas permitirte pagarle ese colegio privado al que va su primo. Puedes hacer muchas otras cosas valiosas con él. Tu hijo no va a pedirte, ni reclamarte, ni reprocharte ese tipo de cosas materiales si tú le transmites que no son importantes.
– NO PUEDO HACERLO TODO
Esta culpa responde a la imagen perfecta que tenemos sobre el ser mujeres: siempre guapas, contentas, positivas, pacientes, comprensivas, empáticas, sexies, perfectamente depiladas, conjuntadas, delgadas, entretenidas y divertidas, que saben reírse y además tienen sentido del humor y saben cuando hablar y cuando callar. Limpias, ordenadas, organizadas, buenas cocineras a las que les gusta el ejercicio físico y la aventura a la par que expertas en educación y comunicación, en gestión de conflictos y desarrollo emocional, etc, etc…Vamos un prototipo tan perfecto cómo aburrido, ideal e imposible. Pero…si no se alcanza , viene la CULPA.
Debemos ser conscientes de la existencia de estos mandatos que nos conducen a la culpa por comparación.
Dejar de compararnos es una de las claves para aliviarnos la culpa.
Cómo ves, terminar con la maternoculpa es una tarea difícil, pero posible y muy liberadora. La culpa se puede aprender a tolerarla haciendo lo que tenemos que hacer, aunque sintamos un poquito de culpa, y no dejándonos guiar por ese sentimiento que nos quita libertad.
¿Te has sentido identificada? y si eres terapeuta ¿lo abordas en consulta?
NOTAS: cuando hablo de hijas, me refiero a hijos tambien y viceversa. Y cuando hablo de culpa, hablo de la culpa mala, no de la culpa que nos ayuda a regularnos cuando nos pasamos de la raya, que sería la autocrítica positiva.
Gracias por leerme y si te gusta no te olvides de compartirlo y de dejarme algún comentario. Me encantaría.
Alejandra dice
Maravilloso artículo Elen !!!
Me encantará compartirlo en redes.
Estoy reflexionando mucho sobre este tema ..
Y creo q es muy importante y sanador compartirlo
Que bien escribes !!!!!
No sé si me gustas más escuchándote o leyéndote !!
ENHIRABUENA
elenapire dice
Gracias
Monica dice
Yo tengo un niño con una discapacidad grave, he dejado de trabajar, he dejado de tener cualquier actividad de ocio. Es lo q el entorno espera de mi, lo noto. Pq cuando me quejo lo q me dice mi marido es que me creía q era tener hijos, q no entiende ahora la queja de q esté cansada. A veces me siento mal, pq aunque quiero mucho a mi hijo, no es la maternidad q esperaba. Y me siento culpable por sentir eso tb. A veces pienso q no me queda nada por lo q ilusionarme. Mi vida es cuidar a un bebé eterno,pasen los años q pasen.
elenapire dice
Tu situación es realmente dura. Un hijo con una discapacidad nunca es la maternidad que una espera, hay que hacer un duelo y es lógico que te sientas deprimida. No me cabe duda de que irás transitando por estas emociones y encontrando tus ilusiones. Tal vez pedir ayuda, tanto logística como emocional sea importante. Un abrazo
Jennifer dice
Hermoso artículo Con cuanta razon lo describes Me ayudo mucho a quitarme un poco esa culpa NO SOMOS PERFECTAS MUCHAS GRACIAS
elenapire dice
Muchísimas gracias Jennifer por decirme esto. Estoy feliz de que un poco de esa culpa pudiese irse, el artículo ha cumplido su cometido. Abrazos
Lucia dice
Hola Elena!. Mucho gusto. Este posteo o publicacion ayudò mucho a esta madre, de dos hijos, nena y varón. 5 y 11 años. Abocada a sus vidas, o cómo lo dicen muchos, ama de casa. Con un carrera, sin terminar, pero daré fe, qué muchas veces traté de hacerlo, y la culpa y todo relacionado, especulado y la mente autoboicoteada que tenemos, no deja seguir. Sumando algo importante, que papá tiene un trabajo que requiere semanas enteras sin su presencia. Esposo ausente, sin ser ausente, pero que la distancia ya es un «bache», que su presencia hace que solo sea compartir momentos con los niños y si nos damos tiempo, nos sentimos culpables.
Aquí me hiciste saber que los padres debemos ser felices con nuestras vidas, y si no lo somos, no mostratremos tal cosa cómo felicidad o confianza en nosotros mismos. Miramos tanto lo del otro, estaría bueno destacar que los niños no son así, nosotros como adultos hacemos ver eso a nuestros hijos. Gracias…ayudaste a esta ama de casa. Mucho!